Leila Guerriero: “Los concursos son una buena oportunidad de ser leído por los pares”

Hay premios literarios que le pueden cambiar la vida a su autor, o mejorarla muchísimo”, dice la periodista Leila Guerriero cuando habla con Fundación La Balandra acerca del Concurso de Narrativa para socias y socios. Concurso cuyo jurado compondrán, además de Guerriero, los periodistas culturales Hernán Carbonel y Gastón Fiorda.

La referencia de Guerriero tiene que ver con que este concurso les dará a doce de sus participantes la posibilidad de publicar sus trabajos en una antología a editarse este año. El ganador se llevará además el premio máximo: un millón de pesos. “Me parece que es una buena oportunidad, o una puerta de entrada, para ser leído por los pares. Incluso para gente que no tiene otra forma de publicar”, agrega Guerriero durante la charla con Fundación La Balandra a propósito de su nuevo libro, La llamada. Un retrato (Anagrama). “Hay mucho talento dando vueltas. Me encanta descubrir en los manuscritos como una voz que sorprenda. La labor de jurado, si la hacés bien y a conciencia, es como una tarea generosa, de decir ‘vení, sé uno de los nuestros’. En los dos casos, seas o no publicado, tener un reconocimiento de tus pares es siempre algo bonito. Tener colegas es genial. Sentirte parte de una comunidad me parece buenísimo”.

Sus palabras son un aliciente si se tiene en cuenta su currículum. Es considerada una de las mejores cronistas latinoamericanas. A la vez, se destaca por la calidad de perfiles de largo aliento que hizo sobre personajes diversos. Entre otros, Fito Páez, El Gigante González o la ex detenida en la ex ESMA Silvia Labayru, la protagonista de su último libro periodístico, el mencionado La llamada. 400 páginas de puro periodismo.

Para perfilar a Labayru, quien fue madre de Vera durante su encierro en la Ex ESMA, Guerriero la acompañó por todos los lados posibles. Tomaron café juntas en bares de Buenos Aires y en la casa de Labayru, recorrieron el lugar en el que estuvo encerrada y hasta caminaron calles de España, país en el que se refugió una vez liberada. Pero fue considerada una traidora por exiliados argentinos. Entre otros motivos, y no menor, es que se hizo pasar (obligada) por hermana de Astiz durante el recordado operativo para secuestrar a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Algunos de esos exiliados y hasta amigos y ex parejas y la pareja actual e hijos de Labayru también fueron entrevistados por la periodista. 

Ahora, en el bar de Villa Crespo, Guerriero pasa parte de sus días dando entrevistas en el marco de promoción de La llamada. Atrás quedaron los casi dos años de trabajo de campo de este libro (2021 y 2022) más los cuatro primeros meses de 2023 dedicados a su escritura.

“Me interesó muchísimo la historia, la conté, quedé cansada, enfrenté cuestiones narrativas más o menos complejas, apliqué el método de trabajo de siempre, y supongo que hay un punto en el que todas las historias te dejan un sedimento de experiencia nueva. Si las cosas salen bien, al terminar un libro descubrís algo que no sabías. De la escritura o de lo que sea, que deja como un sedimento de experiencia o algo así. Pero no salí rota, no me pasó. Salí cansada por el laburo en sí”, resume. “Tenía mucho material. La etapa del reporteo fue intensa pero súper interesante. Terminás una entrevista, hay que bajar la nota a la computadora, anotar lo que no se grabó, apuntar la línea de preguntas para la próxima entrevista. Eso, dos o tres veces por semana durante mucho tiempo, cansa, es intenso. La escritura cansa. Porque después vienen los cuatro meses de escribir, corregir, escribir, corregir y escribir”.

Durante el tiempo de la escritura, armó su agenda sólo para eso. No salió a pasear y apenas una vez cenó afuera para celebrar su cumpleaños. Al mismo tiempo, escribió sus habituales columnas periodísticas y dio sus talleres. y nunca dejó sus rutinas de salir a correr, escuchar música y leer libros.

Sobre las entrevistas para La llamada destaca que –como es habitual en sus crónicas– fue fundamental escuchar a los entrevistados. “La manera de hacer una buena entrevista no es ir de guapo, sino mantener una conversación natural, cordial. La tarea del entrevistador es entender qué tipo de personalidad tenés enfrente. Si es una persona paranoica, que siente que la atacás todo el tiempo, tendrías que utilizar una técnica distinta a una persona como Silvia Labayru, a la que podés preguntarle todo. Hay que ser muy sensible en eso”. Y luego: “Entrevistar a una persona es básicamente escucharla. Más cuando tenés la posibilidad de escucharla muchas veces, en distintas circunstancias, en distintos momentos, con distintos estados de ánimo. Eso te permite ver al otro en una enorme cantidad de facetas. Escuchar, a veces interrumpiendo, otras veces no, otras veces insertando una pregunta específica… el momento de la entrevista es el momento en el que uno debe olvidarse de uno mismo. No es el momento de demostrar tu inteligencia, tu brillo. Hay que estar al servicio de la escucha del otro”.

Guerriero siente pasión por contar historias. Piensa que la no ficción es una manera de “entender a un mundo tan complejo y convulsionado”. “Contar historias reales permite abordar con profundidad en universos en los que no te podrías meter de ninguna otra manera. Como que un periodista tiene una especie de carnet de entradas a mundos…”, agrega.

Escribe todos los días, “aunque sea algo mínimo, un párrafo para una columna, lo que sea”. Carece de rutinas, pero es ordenada, y “flexible”. Suele levantarse temprano y chequear la casilla de correos. Luego, sale a correr durante una hora. “Mis días son muy distintos unos de otros”, suelta. En su lista de música están Pearl Jam, Estelares, Skay Beilinson, Divididos, Adele, Amy Winehouse, Bob Dylan, Lou Reed, Bruce Springsteen, Iggy Pop, La vela puerca, No te va a gustar, Nirvana, el Indio Solari, Patricio Rey, Santiago Motorizado y muchos más. “Una mezcla rara”, define y sonríe. Pero al momento de escribir, sólo silencio. “Ni el sonido de un televisor lejano”, advierte. 

El WhatsApp es un mundo privado: solo para su familia. De hecho, esta entrevista se acordó a través de Sebastián Lidijover, el jefe de prensa de Anagrama. Las redes sociales la distraen, así que apenas entra y mira qué publican algunos de sus amigos o colegas: “Fran Lebowitz tiene una frase genial: no es que no tenga redes sociales porque no sé lo que son, no tengo porque sé lo que son”. Y sonríe.