Ariel Magnus: “Los huecos también funcionan de imán”

Ariel Magnus nació en Buenos Aires en 1975. Vivió en Alemania entre 1999 y 2005, país al que regresó en 2020, invitado a una residencia como escritor, y optó por quedarse. Escribe en castellano y traduce del alemán y el inglés, aunque, confiesa, “empecé también a escribir directo en alemán”, lo que llama “su segundo idioma”. Lleva publicada más de una veintena de libros, entre los que se cuentan biografías, relatos breves y ensayos. Con Un chino en bicicleta (Norma, 2007) se hizo del Premio La otra orilla.

Ahora acaba de publicar, a través de Interzona, Continuidad de Emma Z. –que, como su título lo indica, es una continuación del cuento de Borges–, donde se interpolan Arlt, Onetti Cortázar, Denevi y Martín Kohan (lector, epigrafista, personaje, autor de la contratapa) en un caleidoscopio metaficcional e hipertextual: lo que podríamos llamar “la intrusión del mundo fantástico en el mundo real”. Tanto, que llegó hasta la prohibición de la propia María Kodama de ser publicada.

Desde el otoño berlinés, Ariel Magnus cuenta aquí, en exclusiva para Azimut, los pormenores detrás de este riquísimo e intrincado juego literario muy propio del espíritu borgeano.

–En Tlôn, la ficción interviene sobre la realidad y la modifica, la transforma. Una operación similar sucede con Continuidad de Emma Z. Aquello que decís de que “todo lo presuntamente ficticio pudiera ser real”.

–Te diría que de eso se trata, de tomar la ficción como un hecho fáctico, incluyendo las teorías sobre cómo se da ese fenómeno, sobre todo si son ellas mismas ficticias, o se aparecen en una ficción. Borges no es solo un personaje de la novela o el autor del que tomo a su protagonista, sino también el padre intelectual del libro. Como tantos, yo también quedé infectado de chico por su visión del mundo como un texto del que participan, al mismo nivel, tanto lo que sucedió como lo que podría haber sucedido. En el fondo se trata de darle a nuestra imaginación el rango que se merece, ya que es también ella la que procesa la información presuntamente veraz que nos transmiten los sentidos. 

–Leí tu novela en paralelo con Borges por Piglia. En una charla con el público, entre risas, Piglia plantea que Emma Zunz mata a Loewenthal con el pretexto de acostarse con el marinero. Vos manejás variables similares: los porqués de aquellos actos que emprende Emma Zunz.

–¡Excelente interpretación! Me gusta, sobre todo, porque se apropia del personaje, extrapolándolo de su ámbito. Nada en la descripción del acto sexual, según lo cuenta Borges, podría hacer sospechar que Emma goce de ese momento, de modo que proponer que sí cambia por completo el punto de vista, le quita toda autoridad al narrador. Y cuando el narrador pierde autoridad, el personaje gana en autonomía. Como lectores vemos más de lo que ve quien nos cuenta la historia y así la historia pasa al primer plano, hasta hacer desaparecer al que la contó. Ahora es nuestra y la reinterpretamos, lo que equivale a darle vida más allá del contexto en que nació. Un movimiento nada ajeno al espíritu que el mismo Borges insufló en la literatura.

–¿Por qué crees que Emma Zunz ha dado ya dos cuentos y una novela como continuidad? ¿Por esos huecos que deja Borges? 

–Primero porque es una historia simple, la menos borgiana de Borges, podría decirse, pero sin dejar de ser de él, por la prosa y por las referencias a otros relatos. En mi caso, me servía para entrar a Borges sin quedar atrapado en sus laberintos, o sea sin verme obligado a hacer una novela borgiana en el sentido más torpe del término. Pero estoy de acuerdo en que los huecos también funcionan de imán, como si nos estuvieran indicando que hay mucho más en esa historia que lo que se cuenta en el primer relato que la puso sobre papel (no debemos olvidar que hay uno previo, oral, que Borges menciona en el epílogo). Otra cosa atractiva es el ambiente obrero (y judío) y el trasfondo sexual, tan inusuales en Borges. Y que el relato tiene la impronta borgiana de cuento perfecto, atado por los cuatro costados, como todos sus policiales, y sin embargo presenta varios cabos sueltos que piden una reinterpretación. 

–Es interesante cómo interviene Martín Kohan: personaje con voz propia, lector, epigrafista, autor de la contratapa. ¿Te acompañó en la escritura del original?

–Para nada. Recién me animé a darle la novela cuando se iba a publicar, con mucho miedo de que le pareciera una cagada y se negara a hacer la contratapa, o incluso que se ofendiese y me exigiera directamente que sacara a su alter ego. Quizá le pasó todo eso al leerla, pero fue lo suficientemente generoso y profesional como para disimularlo y aportar con su contratapa una capa más de intriga y confusión al libro. Eternas gracias, Martín.

–¿Por qué se te ocurrió meter Los siete locos y Los lanzallamas y al astrólogo, y a Onetti y “El infierno tan temido”? ¿Podríamos decir que Continuidad de Emma Z. ya no es una novela intertextual sino hipertextual? 

–La idea de hacer un libro que solo tuviera personajes de otros libros creo que es previa a la decisión de continuar Emma Zunz. O en todo caso surgieron de manera independiente y en algún momento las junté, como me pasa muchas veces en la génesis de un libro, como si para parirlo necesitara una mamá y un papá. Como sea, tuvieron la misma relevancia como motivación a la hora de escribir. A mí me importa ser original, o creer serlo, y la verdad es que no conozco libros donde, no solo se continúa una historia de otro libro, sino que se la combina con otras historias de otros libros y hasta se utilicen unas para explicar el surgimiento de otras, aunque los respectivos autores quizá ni se hayan leído entre sí o nunca hayan buscado esa relación. Que aparezcan Arlt, Onetti y Cortázar es un homenaje a mis lecturas de joven y a lo que esas lecturas generaron en mí, que fue en definitiva esta vida que llevo desde entonces, perdida entre ficciones. 

–La novela tiene tres narradores en tres tiempos históricos distintos: un médico que investiga el caso, la propia Emma Zunz, y su hijo Emanuel (estos dos, en tercera persona). ¿Por qué elegiste esas tres miradas?

–Para reproducir los tres niveles de la historia: realidad, ficción, ficción de ficción. Por un lado están los escritores, por el otro sus personajes y, por último, la vida entre esos personajes, una suerte de metaficción que regresa hacia los autores. Otra cosa que me interesaba explorar era una forma de suspenso que consiste en empezar historias en puntos distintos de la misma línea de tiempo y que la anterior termine donde empieza la siguiente, lo que produce tres tensiones y tres finales. Después hay una cuestión de dinámica, porque para abarcar tanto tiempo de relato me parecía que podía quedar aburrido una sola línea de tiempo. 

–Me gustaría que contases, brevemente, cómo fue el contacto con Kodama para que la novela fuese publicada antes, ya que vos la fechas en 2012.

–La novela iba a salir por Océano (México) y los abogados de la editorial la frenaron porque temían que Kodama hiciera juicio. Por eso surgió la necesidad de conseguir su autorización. Vía los respectivos agentes le mandé una carta contándole de que iba el libro y pidiéndole permiso para publicarlo. Me pidió la novela, la leyó y me hizo algunas objeciones. Aunque no las entendí muy bien (son cosas que se dicen de Borges en un contexto ficticio), cambié los respectivos pasajes de la novela. Ya me había autocensurado la versión que había enviado en primera instancia, quitándole unos párrafos donde hablaba de Kodama directamente y que sabía que a ella no le iban a gustar. Lo hice porque para mí era importante que la novela saliera, era la primera de una serie de novelas donde se mezclan personajes tomados de otros autores con personas reales, como ocurre en “El que mueve las piezas” y en “La fiesta de un fauno” (ahora terminó siendo la última de la serie). Al pedo la segunda carta. La respuesta de Kodama un mes más tarde fue que todo bien, pero no me autorizaba la publicación. 

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