La colombiana, autora de las novelas Esta herida llena de peces y Maldeniña, le dice a Azimut que “la escritura también sirve para sentirnos acompañados” porque “al escribir puedo crear un pequeño mundo y habitarlo”. Y se lee en su última novela: “A perder se empieza también desde la palabra”.

Por Alejandro Duchini
Colombiana nacida en Medellín en 1991, la escritora Lorena salazar Masso creció en un país en guerra por el narcotráfico. De chica, iba a las marchas por la paz en tiempos en que las FARC mataron a su tío Jorge Luis Masso, párroco que ayudaba a las comunidades del municipio de Bojayá, en un ataque a su iglesia. Hubo cien muertos. Ya adulta, le dedicó su novela Esta herida llena de peces, que en nuestro país se publicó a través de Concreto Editorial, que acaba de publicar su segunda: Maldeniña. Ambas presentadas en el reciente Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA).
En sus novelas abundan los lugares alejados, apacibles, con una violencia latente; con personajes resignados, como entregados al azar. Y, siempre, silenciosos. Es que ella, tal como le dice a Azimut, aprendió de chica que la palabra -en su caso por omisión- podía ser peligrosa. Tal vez por eso es que ahora se dedica a escribir.
-En tus dos novelas hay niños, ¿cuánto hay en ellas de la niña que fuiste?
-Creo que la posibilidad más grande y más bonita es volver a pensarse o a permitirse ser una niña, porque en el mundo adulto pues ya no se puede ser la niña o el niño que fue: hay que pagar las cuentas, hacer trámites, salir a la calle. Por otro lado, estas historias pueden estar directamente relacionadas con mi infancia. Los argumentos de las novelas pueden ayudarme a volver de alguna forma a la niña que fui. Siempre encuentro en las palabras lo que quiero contar, porque nunca falta una pregunta que sirve como disparador.
-¿Cuál suele ser esa pregunta?
-Bueno, mira, no lo había pensado pero pueden ser varias preguntas que giran alrededor de lo mismo. Una de ellas sería por qué existe la guerra, o por qué los países están en guerra. Mi país estuvo en guerra tanto tiempo, y yo crecí en ese país. Otra pregunta puede ser por qué hay personas más favorecidas que otras. Muchas cosas cambiaron desde que fui madre. Suelo pensar en otras madres que no tienen las posibilidades que yo sí tuve y me pregunto cómo hacen para ayudarse a vivir. Entonces siempre mi pensamiento va hacia allá.
-¿Qué te quedó de aquella Colombia tan violenta en la que creciste?
-Algunos miedos que fueron determinantes para escribir, incluso aunque lo que escriba no trate sobre esos temas. Pero aquello que pasó fue lo que me movió a escribir inicialmente, incluso desde el lado más personal: crisis nerviosas por diferentes situaciones que viví. Angustiantes. Situaciones familiares que me han quedado presentes y que siempre están. Siempre trato de comprender aquello. Desde que empecé a escribir el tema de la guerra ha salido. Es como una banderita importante para mí. No hay que olvidar aquello que ha pasado para que no ocurra de nuevo, pero también para de alguna forma acompañar a las personas que todavía sufren por eso.
LA PALABRA
-En Maldeniña escribís que “a perder se empieza también desde la palabra”. ¿Qué es la palabra para vos?
-El tema de la palabra empieza a tener relevancia para mí desde muy pequeña, pero tomé consciencia más de grande de que es algo muy cultural. En las casas solía no hablarse de muchas cosas ciertas por los tabúes y demás. Había temas de los que no se podía hablar y menos con un niño. Entonces, desde esa niña, claro, había muchos temas sobre los que yo tenía preguntas, pero que no había ninguna respuesta. Menos en temas delicados, como por ejemplo la guerra. Hubo una ausencia de palabras durante mucho tiempo. Tenía muy arraigada la idea de que si iba a decir algo necesitaba usar la menor cantidad de palabras posibles, intentando ser más concisa y más directa. Eso mismo lo ví cuando estudié Publicidad: en agencias y demás había que decir las cosas en menos cantidad de palabras porque, obviamente, hay que vender y vender rápido. Todo eso llevó a que mis textos sean realmente cortos.
-En cuanto a la escritura, ¿es más complicado para las mujeres?
-Es que muchas otras mujeres escribieron antes y tuvieron que aguantar el ser relegadas y lucharon y debatieron en muchos espacios. Ahora sí hubo un resultado, en este momento yo soy afortunada y me he visto beneficiada por el trabajo de esas mujeres que estuvieron antes y por el interés del mercado que ha volteado a mirar a las mujeres y del cual, sin embargo, hay que desconfiar un poquito.
-¿Qué estás escribiendo?
-Estoy trabajando en una novela… y ya poco más puedo decir por ahora. También estoy leyendo todo lo posible. Después de la publicación de Maldeniña he tomado una distancia como para pensar en otro proyecto, que es en el que estoy ahora.
-¿Sos de tener cábalas y por eso preferís no hablar de lo que estás escribiendo?
-No, no creo ni en las cábalas ni en… bueno sí, sí creo en las cábalas, pero no en este en este caso, sino que creo que cuando uno dice algo de lo que está trabajando luego se siente comprometido a cumplir con eso. Y a veces las cosas cambian en ciertas partes del proceso: puede suceder que ya no quiera eso que antes quería o que vea que no me funciona. Entonces prefiero esperarme hasta el final. ¿Sabes? No me había puesto a pensar en qué cábalas tenía… A ver.no tengo ningún tipo de cábalas para escribir, como esas de entrar con el pie derecho a la habitación y tal. Lo único en lo que creo es que no puedo escribir con frío. Soy friolenta. Tengo que estar muy abrigada porque no puedo pensar en el frío, pero no es una cábala, sino más bien un capricho.
DISTANCIA DE RESCATE
-¿Cómo marcás esa distancia entre un libro que acabás de publicar y el momento de empezar otro?
-En mi caso, esa distancia no tiene que ver directamente con el otro libro que haya salido, si no con el momento de vida. Tiene más que ver con entender el momento personal de búsqueda y de pensamiento de otras ideas y otros proyectos que tengo en mente. Ahí es cuando decido cómo seguiré, cuánto tiempo de mi vida tengo para dedicarme a determinada idea. La distancia entre un libro y otro es más el tiempo que pueda dedicarle que la publicación en sí.
-¿Soltás rápido los libros una vez publicados?
-La verdad es que suelto los libros mentalmente rápido. Lo que más disfruto es justamente de escribir; ya cuando se termina la escritura y, digamos, sigue el proceso de la edición y de la tapa, es todo muy lindo. Pero cuando el libro está en la calle, ya quiero creativamente estar en otra cosa, más allá de que haya temas como lo de la promoción y demás. Pero personalmente no disfruto mucho eso, aunque es algo necesario. Lo que más me motiva ahora es volver a escribir.
-¿En qué formato te sentís más a gusto: cuento, novela, ensayo…?
-Pienso mucho en novela, aunque también me gusta el ensayo porque es un espacio para pensar y un género que admiro mucho y que me gusta para leer, pero al cual todavía no me he acercado desde la escritura. No me quiero meter de lleno en el ensayo porque encuentro en la novela un espacio de pensamiento bastante generoso, que no pide la dictadura de la verdad o lo que debe ser la verdad, sino que permite una exploración y una serie de preguntas que tienen más que ver con la ficción. Me interesa tener esa posibilidad de pensar y de entender un tema en el que yo también pueda estar a través de los personajes.
-¿Y los cuentos?
-Me gustan mucho y me muevo en ese terreno, pero escribí más novela.
-¿De qué lecturas te alimentás?
-Leo de todo: poesía, ensayos, novela y todo lo que lo que pueda
ARGENTINA
-¿Qué sentís ante la buena repercusión que tienen tus libros en Argentina?
-No lo supe hasta que viajé a Buenos Aires. Me alegra un montón lo que ha pasado en Argentina. Ha sido muy bello y no me lo esperaba porque sabemos que el mercado es difícil con la gran cantidad de autores y autoras que existen, no solo en Buenos Aires sino en Latinoamérica. Entonces tener un pequeño espacio es para mí algo maravilloso. Me alegra conversar con las personas y tener alguna devolución. Lo de Buenos Aires fue una sorpresa, además de que me encanta la ciudad y me gustaría en algún momento conocerla más a fondo.
-¿Qué disfrutás del hecho de escribir?
-Para empezar a responderte, escribir es uno de los momentos que más disfruto. Muchos autores dijeron que en aquellos momentos en que sentían que se quedaban sin nada tenían a la escritura para aferrarse. En un tiempo veía eso como algo demasiado romántico, pero ahora lo veo diferente y lo entiendo de otra forma. Digo claro, en determinados momentos, cuando estamos en soledad o lo que sea, es cierto que ahí está la escritura. Porque de alguna forma cuando uno escribe está en compañía, por más que sea la compañía de los personajes o de ti mismo pensando en la historia. Siempre al escribir hay una sensación de compañía y creo que por eso escribo, porque puedo crear un pequeño mundo y habitarlo por un tiempo. Siempre estará la escritura para sentirnos acompañados.



