Las infancias leen (y si los acompañamos, mejor)
Somos lectores adultos, sabemos los que nos gusta y lo que no leeríamos jamás. Cuando somos madres, padres, abuelos, tíos, ingresamos en el mundo de la literatura infantil, y como lectores creemos que sabemos qué es lo que más le puede gustar a las niñas y niños. Pero, ¿lo sabemos en realidad? Esta etapa nos da la oportunidad de aprender y descubrir, ya que son infinitas las alternativas que se nos presentan. Entonces, reconocer nuestras carencias, estar abiertos a lo nuevo, quizás sea una buena idea para introducirnos en ese segmento que ocupa cada vez un lugar más importante en las librerías. Porque los chicos leen, pero si los adultos acompañamos, mejor.
Por Valeria Vizzón
La pregunta no es nueva: ¿debemos empujar a los chicos a la lectura? ¿para que lean qué? ¿Tal vez insistir tanto, o de determinada forma, provoque que los chicos desconfíen y se alejen? “La niña y el niño no necesitan que nadie les explique las bondades de andar en bicicleta, o lo entretenido que puede ser treparse en un árbol, sin embargo, no propiciamos espacios, momentos para que descubran que ‘leer pueda ser una bellísima aventura’”, señala el escritor argentino Gustavo Roldán en su libro Para encontrar un tigre. La aventura de leer, y nos obliga a pensar nuestro rol como mediadores, y los límites que ahí se juegan. Mientras transitan la primera infancia, podemos seleccionar los libros que nos gustan, pero a medida que crecen es más difícil.
Libros que hacen cosas
Libros orientados a la primera infancia (0 a 3 años): es uno de los segmentos que más ha crecido en los últimos años, con algunas alternativas que buscan vestirlo y asemejarlo un juguete. Libros con títeres, con ruido, con pianos y hasta con rompecabezas. Lo cierto es que lo fundamental es que cuente una historia, y para que las infancias sepan la diferencia con juguete, esto debe estar marcado desde el principio, aunque el mercado nos tentará con esas opciones. Por lo tanto, a la hora de seleccionarlos hay que buscar aquellos que cuenten una historia por más sencilla que sea, y se recomienda elegir materiales accesibles para bebés: los de tela, plástico y cartoné con puntas redondeadas. Las rimas, los limericks, y las canciones, son los mejores aliados en esta etapa –muchos de estos ejemplares traen código QR que redireccionan a un audio–, y también los relatos con animales, colores, números, medios de transporte, todos elementos al alcance cognitivo de los chicos.
Un mundo de emociones
En los últimos años han surgido libros para gestionar las emociones en las infancias, una especie de autoayuda y superación para los más pequeños. Esto no es nuevo: los que ayudan a dejar los pañales o que preparan para la llegada de un hermano existen desde hace décadas. Pero lo cierto es que a partir del boom que resultó el El monstruo de los colores de la ilustradora catalana Anna Llenas, este segmento se ha desarrollado y ya casi no quedan problemáticas por abordar: los miedos, los enojos, la separación de los padres, el duelo, los caprichos, la autoestima, la tristeza. Muchos de estos títulos son escritos por psicólogos, psicopedagogos y cuentan con páginas introductorias destinadas a los progenitores. La pregunta es: ¿estos libros son divertidos para los chicos?, ¿los elegirían si fueran a una librería y no mediara la intervención de un adulto?, ¿o sólo nos sirven a nosotros para manejar temas complejos? Como casi todo en la vida, lo importante es la dosis: adquirir solo ejemplares para resolver situaciones no parecer ser lo más apropiado para acercar a las infancias a la lectura, además de que la literatura no tiene por qué ser funcional, sino que es un fin en sí mismo.
Qué elegir cuando vamos a la librería
En un mundo atiborrado de pantallas es difícil seguir proponiendo la lectura como un antídoto al aburrimiento a generaciones que están acostumbradas a la diversión infinita y a la inmediatez que propone el uso de la tecnología. El pasaje de esta etapa, en la que los adultos acompañamos, a la de los lectores autónomos no es sencilla. Muchas veces es ahí, entre los 8 y 9 años, donde los empezamos a perder como lectores porque comienzan a definir sus gustos por fuera de los nuestros, y como ya tenemos la tranquilidad que saben leer, solemos dejarlos solos y nos desentendemos.
Si bien la escuela cumple un rol fundamental en este período, muchas veces las lecturas obligadas no ayudan a que las niñas y niños disfruten del placer de sentarse a leer.
Y aquí es el momento de ir a las librerías y ver la cantidad de opciones que hay para esa franja etaria, desde las historietas y los mangas –comics y novelas gráficas japonesas– que atraen más a las infancias que a los adultos, hasta los libros de curiosidades, mitología, ciencia, terror, fútbol, históricos, enciclopédicos, de humor y sí, también de youtubers. En estos últimos ellos encuentran a personajes que admiran y hay para todas las edades. Tal vez no es de las preferencias de los adultos pero en un momento de escasa lectura es la única alternativa válida para que sigan leyendo y también para que diferencien entre este tipo de libros ligados a las pantallas, y literatura donde se pueden encontrar otros mundos. Porque de eso se trata.