Creatividad y caos: cómo escribir en la Era de la Distracción

En mi experiencia, se puede escribir en cualquier estado de ánimo o situación, siempre que la mente esté lo suficientemente clara como para detectar ideas que valgan la pena y seguirlas a lo largo de sus trayectorias erráticas. 

Sin embargo, el verdadero desafío no es la naturaleza impredecible de las ideas, sino la dificultad de darles sentido cuando la mente está en caos. Que es un poco lo que pasa actualmente, consecuencia de no lograr desconectarnos ni un instante de lo que pasa alrededor, querer estar al día con todos los mensajes sin leer y no perdernos de ningún meme para compartirlo antes que nadie en decenas de grupos cuya relevancia es, como mínimo, cuestionable.

Por un lado, se necesitan estímulos para escribir: algo interno o externo que ilumine el alrededor para fascinarnos por esa idea que se pasea, inexperta, a la vista de sus predadores que intentamos cazarla con astucia, agilidad y algo de destreza.

Pero cuando todo parece ser un vergel fascinante, los sentidos, la capacidad de discernimiento y la coordinación entre intención y motricidad entran en atrofia total. Y así es como quedamos en un estado de postración ansiosa sin poder ejecutar ningún movimiento a la vez que recibimos en continuado una tormenta de información como protagonistas de la Naranja Mecánica.

En alguna parte leí que el cerebro tiene –entre otras cualidades asombrosas- la capacidad de ecualizar la magnitud del ruido que experimentamos de acuerdo a la distancia donde sucede. Porque si no pudiera equilibrar el volumen de un perro atado a un árbol lejos, los quejidos del motor de la heladera y el bostezo de alguien al lado enloqueceríamos de aturdimiento.

Ojalá en una próxima evolución el cerebro pueda desarrollar el mismo discernimiento que hace con los sonidos con eso de obtener gratificación al instante. Pero es medio vicioso el cerebro y la  autosatisfacción instantánea lo puede. 

Así es que estamos –que estoy- aturdida. 

Hay quienes toman decisiones radicales y desconectan el wifi mientras escriben. Tal vez yo sea un poco condescendiente (o no quiera que me desenchufen el router), pero no creo que la solución sea tan lineal. Porque tras una ¿década? de hiperconectividad, se nos reeducó la capacidad de abstraernos y no es posible volver a un estado de concentración anterior solo eliminando el foco del disturbio. ¿O sí?

En las escuelas nórdicas se dieron cuenta de que no mejoró demasiado la capacidad de aprendizaje arrojándose con tanta devoción a las dinámicas digitales y dieron marcha atrás. Con la cabeza gacha le pidieron una segunda oportunidad al libro de papel, a pasar hoja por hoja para darle lugar al proceso cognitivo que necesita que algunas cosas sucedan de manera progresiva y acumulativa. Y las laptops que fuera de garantía que ya no las pudieron devolver al fabricante quedaron para un uso complementario, aparentemente.

Qué hago entonces. ¿Trato de conseguirme una Olivetti y le doy a las teclas hasta lograr alguna frase coherente?

Si desconectar el wifi no es la solución y el detox de redes ya no me alcanza (por cierto, ya un poco aburren, ¿no?), entonces tal vez haya algo que deba rehabilitar, pero no sé si tengo del todo claro qué.

Hola, soy Mariela y creo que soy adicta a satisfacer mi curiosidad al instante.

Sea cual fuere la adicción a recuperar, lo que se pone en juego es el restablecimiento de la libertad de elegir. Si mi concentración estuvo tanto tiempo en cautiverio y tengo que devolverla a su hábitat, para que tenga chances de sobrevivir no alcanza con bajar la llave térmica de mi casa.

Tal vez se trata de reaprender estrategias, como los nórdicos con los libros. Pero después del confinamiento mi concentración ya no será un animal salvaje. Será otra cosa.

Tendré que aceptar que escribir en este momento de mi vida sucede bajo una dinámica distinta, aceptando el cambio constante de foco. Creando de a fragmentos. Con un discernimiento superpoderoso para deshabilitar los cantos de sirena y decidir, por ejemplo, que está bien buscar cosas que no sé, pero que no va googlear un sinónimo porque me da pereza el tiempo que tardo en dar con la palabra justa. 

Ya no podemos volver atrás. La hiperconectividad y el exceso son nuestro nuevo hábitat, aislarse no es una opción real y el ideal de volver a ser silvestres es un contenido más detrás de una estrategia de marketing. 

Querer volver a un estado anterior es como pretender que Peter Parker no haya sido picado por una araña radioactiva.

Ya fuimos inoculados con el veneno hermoso de scrollear ad infinitum. Ya saboreamos el dudoso logro de finalizar una maratón de series una madrugada pasada de rosca. Ya probamos el delicioso elixir de que ChatGPT nos devuelva un texto coherente sin tener que haber atravesado la molesta tarea de desmalezar ideas poco interesantes, pulir metáforas gastadas y volver de callejones sin salida.

“Con un gran poder viene una gran responsabilidad”, dice el tutor de Spiderman (y también Damocles y Churchill, según Wikipedia porque escribo con wifi encendido).

Así que no se trata de deshacernos del veneno, sino de convertirlo en un gran poder que hay que aprender a usar responsablemente como seres mutantes que ya somos. De devolverle a nuestro cerebro estrategias de supervivencia –y sumarle algunas nuevas- para que pueda sobrevivir, pensar e imaginar una vez que lo reinsertemos a su hábitat creativo.

Los que leyeron este relato, opinaron...

La era de la distracción, del FOMO y del narcisismo (¿opinemos menos?)

Me gusta que no seas apocalíptica porque últimamente es lo que más sale. Evidentemente, creo que una parte pasa por aceptar las características del nuevo hábitat y su parque de diversiones 24/7. No se puede escapar (del todo) de la enorme cantidad de estímulos. Sin embargo, creo que hay algunas cosas que hay que desagregar y mirar de forma distinta. La hiperconectividad puede ser medio inexorable pero querer opinar de todo, no lo es. Quienes declamamos que queremos escribir debemos hacer un esfuerzo extra y saber apartarnos convenientemente del TT de moda, de la conversación viral del día. No es algo técnico ni tecnológico. Es FOMO (“fear of missing out”). Quiero decir, una gran parte de la era de la distracción está constituida por la apelación constante a nuestro narcisismo. Bueno, nada, ideas. Saludos!

Andrés