
Por Alejandro Duchini
Bastó que escriba en Instagram el nombre de su nueva novela, La próxima vez que te vea, te mato (Anagrama, 2025), para que la red social censure a Paulina Flores. La escritora chilena quería promocionar su libro recién publicado y se encontró con ese panorama. Pero esa censura generó mayor interés por saber de qué se trataba. Lectores y curiosos dieron marcha al boca a boca. Y así, el libro de Flores se convirtió en tema de interés.
Hace unas semanas, Flores -quien vive en Barcelona- visitó la Feria del Libro de Buenos Aires. Llegó desde Barcelona, donde vive. A sus 36 años (Santiago, 30 de diciembre de 1988) parece una mezcla de rockstar con actriz: según la ocasión, lucirá un corte de pelo distinto y un color diferente. A veces rubio, a veces colorado, a veces de otros colores. Ojos claros, mirada profunda. Voz grave y hablar tranquila.
Su primer libro publicado fue Qué vergüenza, relatos que fueron traducidos a varios idiomas. Después, Isla Decepción. Recibió premios y elogios internacionales. A poco de irse a vivir a España, en 2021 la revista Granta la consideró como uno de los 25 mejores escritores jóvenes en español. Fue y es tallerista literaria y profesora. Y cada día sale a correr como parte de su rutina de entrenamiento. Fuma, escribe en computadora y lee en papel. “No me puedo adaptar a la lectura electrónica, a no ser que tenga que leer urgentemente algo que no consigo en papel”, dice en un intercambio de preguntas con este portal. Más allá de Instagram, no le gustan las redes sociales: “máquinas a tragar perras hechas para la adicción, para crear inseguridades, para incentivar un consumismo que está destruyendo el planeta”, resume. Le escapa a esa dependencia que lleva a que “estemos cada vez más metidos en estas adicciones tóxicas”.
-¿Cuál es tu relación con las redes sociales?
-Creo que todos los que fuimos amantes de Internet terminamos por sentir una decepción total de que se haya convertido en esto, un lugar de adicciones. Porque las redes sociales, Instagram particularmente, que es la única que tengo, además de la adicción y de las inseguridades que crea y de todo el consumismo que mueve, censura. Es terrible que Internet haya dejado de ser lo que era.
-¿Cuál es tu lectura sobre la censura que te hizo Instagram por el título de la novela.
-Lo que pasa con Instagram es que por suerte la aplicación no es tan inteligente ni creativa, es solamente una máquina de censura de palabras difíciles. Claro, el problema es que no reconoce que es un libro de ficción, solamente reconoce la amenaza de muerte, y me baja a mí y a otras personas, no a todos, porque no pasa lo mismo a todas las personas que suben el título del libro. Pero a mí particularmente me bajan las publicaciones, me censuran por incitación a la violencia, lo cual me llega hasta a dar pudor de lo ridículo que es Instagram, en el sentido de que hay cosas realmente censurables, cosas que no se censuran, como todo lo que está pasando con el genocidio en Gaza, pero de las cuales nadie habla. Entonces me avergüenza hablar de que censuran el título de mi novela en comparación con cosas terribles, horribles, escabrosas, como la de Gaza, que está totalmente silenciado. Pero a la larga el hecho de que la aplicación censure el título hizo que la gente se detenga un poquito más y participe creativamente y juegue.
–La próxima vez que te vea, te mato parece, en primera instancia, una novela irracional. Pero al leerla queda la sensación de que hay mucho racional. ¿Qué lectura hacés de eso?
-Hay mucho delirio, hay bastante humor negro, pero también humor físico, y creo que ese tipo de cosas a veces se pueden leer desde lo irracional. No sé bien qué quiere decir irracional y me parece que lo irracional de todas formas no es algo malo o bueno en sí.
-Hay momentos del libro que remiten a cierta cosa de los 70: el no hay futuro. ¿Coincidís?
-Sí, totalmente. Creo que la novela responde a un momento que sigue muy presente, que tiene que ver con esto de la imposibilidad de imaginar alternativas presentes. Por un lado tenemos el imperialismo cultural norteamericano que todo el rato nos está metiendo apocalipsis, zombies o lo que sea; está Elon Musk diciendo que la vida en la Tierra se va a terminar y entonces tenemos que irnos a Marte. Que por supuesto es mentira: si llega a irse alguien a Marte serán los mismos millonarios de siempre. Bien lo explica en su ensayo Michelle Nieva, Ciencia ficción capitalista: esta gente millonaria nos está haciendo creer que no hay más futuro en la Tierra para engrandecer su arca en la bolsa, pero lo que están haciendo es explotar países tercermundistas para construir toda esta tecnología, como han hecho siempre. O sea, están destruyendo la Tierra, la naturaleza, para un futuro, una paradoja francamente muy decidora de cómo ha funcionado siempre el sistema capitalista, y me parece que en la novela hay algo de eso, pero justamente el delirio de Javiera, la intensidad con la que vive y con la que quiere desprenderse de todos los símbolos más importantes del consumismo actual, las contradicciones que tiene al respecto, etcétera, plantea cómo la imaginación sí es un arma importante para imaginar otras posibilidades de vida alternativas. Y tomando a Mac Fisher, este sistema capitalista nos convenció de que es el único, de que no hay otras formas, pero yo creo que sí las hay, y que la imaginación y la literatura y la poesía y los ensayos son importantísimos, justo ahora, como medio de lucha para encontrar nuevas formas de valor en este sistema que se mide por precios.
-Cuánto sufriste, como autora, los padecimientos de Javiera, la protagonista del libro?
-Javiera es un personaje que se entrega, como dice Mario Santiago, a vivir sin timón y en el delirio para volver a sentir, para no caer en el cinismo adulto, o en el cinismo que presenta la actualidad, año 2021, La novela bebe de esa intensidad, de esa euforia, de esa lujuria por la vida. Ella dice que es fanática del sentir y, al mismo tiempo, se hace muchas reflexiones, muchas preguntas que tienen que ver con el amor, con las relaciones amorosas, en el sentido de cómo opera el poder en las relaciones. Sobre todo en las relaciones hétero. Javiera hace preguntas sobre la muerte: está todo el tiempo hablando de muerte, ya sea por lo mucho que la impacta, o también por cómo la conmueve. Y luego ya de plano como una asesina, una persona que quiere matar mucho, porque quiere matar el tiempo. Está asustada, está ansiosa, quiere tener el control de su narrativa, y para eso nada mejor que un revólver. La novela reflexiona sobre el sistema económico, sobre el capitalismo, sobre estas nuevas formas de vida. Habla sobre cómo el capitalismo presenta toda esta inestabilidad social, habitacional, relacional, de trabajo.
-¿Cómo son los intercambios con tus lectores?
-Entretenidos, divertidos. Sobre todo teniendo en cuenta las cosas que me han dicho lectoras y lectores, que sienten que La próxima vez… es una novela muy rápida, adictiva, que los mete un viaje y no los suelta.
-En una entrevista contaste que después de la pandemia tuviste algunas experiencias relativamente cercanas a la muerte.
-Es que la muerte comenzó a tener una expresión más insistente en mi cotidianidad, en mi experiencia de vida, desde la pandemia, y me obsesioné con eso. Esa obsesión influyó en la escritura de la novela, porque yo quería que estuviera muy presente. Hubo un momento en el que no hablaba de otra cosa que no fuera de muerte con mis amigos, con la pareja que venía en ese tiempo, y era un tema que me obsesionaba y que me obsesiona todavía. En la novela que estoy trabajando ahora voy a seguir con el tema de la muerte, porque es lo más, debe ser acaso el tema más relevante que existe. No pienso escribir a partir de temas sino a partir de obsesiones, de cuestiones en las cuales me gustaría profundizar, y la muerte sigue siendo una de ellas.
-¿Qué es ser o sentirse extranjera?
-Una se siente una extranjera en un país ajeno, pero a veces puede sentirse también extranjera en su propio país o con la familia. Pero sí soy extranjera al pie de la letra. No se siente mal, al contrario: es una buena sensación. Tiene sus cosas negativas y sus cosas positivas, como todo. Pero en mi caso soy bien huidiza con respecto a las identidades y las pertenencias.
-¿Por qué tenés tantos lectores?
-Porque con la última novela encontré un nuevo espacio con lectores jóvenes. La gente joven está leyendo más de lo que se leía antes. Entonces la novela llega a una generación más joven o a personas de mi misma edad. Estoy muy agradecida por eso. Constantemente recibo comentarios de gente de diversas edades, de generaciones distintas. Me parece muy interesante que se construya ese puente entre distintas edades y en distintos momentos.