Magalí Etchebarne: “Es muy difícil escribir lo que uno quiere”

Es la última ganadora del Premio Internacional Ribera del Duero. Destaca la importancia del humor como “desvío” en los relatos duros. “El dolor mezclado con el absurdo, incluso las situaciones más solemnes pueden ser ridículas”, dice.

Foto por Catalina Bartolomé.

Entre las frases que marqué de los libros que leí de Magalí Etchebarne hay una que destaco particularmente: “Su abuela le dijo una de esas tardes en las que monologaba, un poco hipnotizada como solía estar por ciega y perdida en el bosque quemado de su mente, que una mentira puede fundar una familia…”. Se lee en su libro de cuentos Los mejores días (2017, Tenemos las máquinas). Pero hay otro, La vida por delante (2024, Páginas de espuma), que es tan bueno como el primero. De hecho, le valió este año el prestigioso Premio Internacional Ribera del Duero. El mundo literario, entonces, dejó de murmurar su nombre para gritarlo. Ahí va: ¡Magalí Etchebarne!

El jurado fue presidido por Mariana Enriquez, quien dijo: “Magalí Etchebarne es de las autoras más auténticas que he leído. No hay postura ni solemnidad en su escritura. Encuentra humor en la tragedia y sale de la tristeza con rabia y ternura. Su estilo es pura frescura e inteligencia”.

Etchebarne nació en 1983 en Remedios de Escalada, Provincia de Buenos Aires, estudió Letras y trabaja como editora en Penguin Random House (Sudamericana) desde hace diez años. Escribe desde pequeña y también publicó poesía: Cómo cocinar un lobo (2023). 

Sus relatos, de tan tajantes, se incrustan en los lectores. Hablan de parejas desgastadas, de cómo nos marcan las familias para bien y para mal. Del dinero: “¿Cuánto puede determinar el dinero en la felicidad de una familia? En la nuestra se vivía como una enfermedad mortal que estábamos combatiendo con aspirinas. Así se abrió ante nosotras un precipicio. ¿Era real que podíamos ser pobres? ¿Era esto ser pobres? Bueno, no lo sé. Nosotros lo afrontábamos con unas vacaciones en la montaña” (en Los mejores días). O: “¿Cuánto puede durar una historia de amor si sabemos cuál es la verdad que nos une?”. El paso del tiempo: “A veces el pasado son cajas adentro de otras cajas que uno va abriendo a medida que se las encuentra en la memoria y adentro tienen un mensaje”.

Y de La vida por delante: “Qué es lo que tiene que pasar para que una pareja implosione. Está la puñalada de la traición, la amante afilada que desgarra órganos y abre una herida que a la larga se infecta y envenena, pero también, piensa Ana, está la muerte lenta del amor. Este tipo de agonía geronte con discapacidades nuevas, incluso a veces sorpresiva. Un día volvés de una fiesta de disfraces y el otro no se puede sacar más el traje, se convirtió para siempre en un mono, Frankenstein, una heladera, un presidente bruto que se mueve por la casa como si fuese el rey. Después, es un arte oriental concentrarse en los detalles, fijar la atención a lo que permanece reconocible, rasgos adultos en un bebé, cuando desayuna mirarle entre las cejas y no a la boca, dormir en habitaciones separadas, evitar el sexo, viajes en auto con silencio telepático”.

-¿Desde junio, cuando te dieron el Ribera del Duero, se incrementaron las entrevistas, los reconocimientos?

-Bueno, junio fue un mes complicado en ese sentido. Fue re lindo lo del premio. Un premio literario tiene como una connotación formal. Y para mí viene siendo muy divertido, me está haciendo hacer cosas que nunca había hecho ni imaginé en relación a la escritura. Fueron meses de recorrer un montón de ciudades presentando el libro. Todo increíble, muy cansador pero hermoso. Esto es como una vida extraña, una nueva faceta.

-¿De qué manera inciden estos cambios en tus rutinas de escritora?

-No estoy escribiendo mucho ahora. Recién ahora pude empezar como a retomar la escritura porque en los últimos meses no pude escribir casi nada. Estoy segura de que cuando esta ola del ruido de un premio se apague, porque todo se apaga, voy a poder volver a mi escritura como era, como algo más solitario y que hago como siempre un poco a tientas. A mí me gusta que sea así.

-¿Y el tema del reconocimiento en el ambiente literario?

-Hace diez años que trabajo como editora. Es como que trabajo en general más en las sombras, digo yo. Y cuando se habla tanto de un libro, lo que me di cuenta es que también se empieza a construir como otra ficción. En el sentido de que es difícil cuando te piden que expliques lo que hiciste o por qué lo hiciste. Hay cosas que las tengo claras y hay cosas que no las tengo tan claras. Entonces, es un desafío empezar a pensar la propia escritura.

-¿Cuánto tiempo dedicás a escribir?

-Hay días que estoy más tranquila y que si puedo levantarme temprano, me levanto antes y escribo. Tal vez dedico las tardes a leer. Los fines de semana escribo más. Pero voy armando mi escritura un poco en los márgenes. No sé si es tan beneficioso, pero es lo que puedo.

-¿Cuál es la sensación que tenés, más allá de elogios ajenos, con tu propia escritura?

-Es difícil escribir lo que se quiere escribir: en general, me pasa que tengo una idea y me cuesta mucho encontrar una versión que me guste, decir lo que quiero decir, que pase en el texto lo que yo fantaseo que ocurra. Por lo general me pasa que la idea aparece cuando estoy escribiendo. Incluso a veces el mismo hecho de escribir es casi como un ejercicio un poco como psicomágico para calmar mi mente: escribo la idea para que mi mente se calme, la vea escrita, digamos, y después sigo escribiendo. Y ahí lo que me pasa es que a veces me frustro porque es difícil escribir. A la vez que es hermoso, es difícil. A veces me trabo, siento que el texto no refleja la voz, el tono, o que me estoy yendo por las ramas. Para mí es un trabajo muy artesanal. Como ese pájaro que está ahí. ¿Lo ves? Mi abuelo era ebanista. Ese pájaro es un cuervo de madera con las alas abiertas. Si lo mirás de cerca, se ve que tiene las plumas talladas. Mi papá me había contado siempre que eso era un bloque de madera que le habían regalado a mi abuelo y que él lo talló, lo talló, lo talló mucho tiempo e hizo eso. Siempre pienso: tiempo. Tiempo y errores, porque también tiene errores, no es perfecto, pero, digo, es un montón de tiempo en el que estás tallando, tallando, tallando. Hasta que empezó a encontrar la forma y hasta que llegó a la pluma, no sé, habrá pasado por un lugar monstruoso ese pájaro antes de tener plumitas, ¿no? A mí me pasa mucho de eso con la escritura, como que a veces tengo algo que es monstruoso, que es una cantidad de párrafos inconexos, o algo que pareciera que nunca se va a unir con eso otro, y un día, después de mucho trabajo y de darle, darle, darle vueltas, releer, pensar, bueno, me doy cuenta de que hay conexión y así puedo unir. Pero al principio es como ir bastante a tientas.

-¿Los premios te ubican en otros sitios?

-A mí, honestamente, este premio me interesaba. Primero por la plata, porque me venía muy bien. Y después por el premio en sí. Porque además estaba en juego la editorial, Páginas de Espuma, que me encanta, siempre soñé con publicar en Páginas de Espuma. 

-¿En qué te condiciona este premio?

-No sé si me condiciona. Me condiciona, en principio, porque tuve menos tiempo para escribir. Pero creo que después de que pase esto de hablar del libro, que deje de ser una novedad, mi vida volverá a la normalidad y ya está. Volveré a mi escritura con las mismas preguntas de siempre. 

-¿Te gustaría dedicarte sólo a escribir?

-No me imagino qué haría con un día entero con la posibilidad de dedicarlo a escribir. Primero porque me gusta mi trabajo. Y además en cierto punto hoy puedo dedicarme a escribir en la medida en la que trabajo en otra cosa, pero nunca dejo de pensar en lo que estoy escribiendo, nunca, ni cuando estoy paseando a mi perra. Y cuando estoy obsesionada con algo, por ejemplo ahora estoy obsesionada con el cuento que estoy escribiendo, pienso todo el tiempo en eso. Escribo a pesar de que tengo muchas horas ocupadas en otra cosa. Y creo que mi trabajo también es muy rico para escribir, porque es trabajo de leer, de editar libros, es como un súper privilegio para mí.

-En tus relatos suele aparecer también el humor. ¿Por qué?

-Cuando escribía no pensaba que estaba haciendo algo que podía tener humor. Sí me pasaba que a veces me daban ganas de bajarle el volumen a algo, a una escena, a un párrafo en el que sentía que lo que describía era doloroso y quería yo misma salir de ahí. Necesitaba hacer un desvío, que el personaje cambiara de tema, que otro dijera algo, que descontracturara. Creo que está siempre mezclado, ¿no?, como la vida. El dolor mezclado con el absurdo, con el ridículo. Incluso las situaciones más solemnes pueden ser ridículas. Pero nunca lo hice a conciencia. 

-¿Algún escritor o escritora que hayas descubierto en estos días?
-Julie Hayden (Estados Unidos, 1938-1981). Publicó un solo libro, de cuentos: se llama Las listas del pasado. Murió muy joven, a los 42 años. Yo estoy por cumplir 41 y me parece que los 40 son una edad de juventud todavía. Me encanta.

Los que leyeron este relato, opinaron...

incentivo

ya quiero leer algo de esta autora… GRACIAS!

sonia

Sincronicidad

Hacía varios meses que estaba buscando el libro Cómo cocinar un lobo, me lo sugirió Manu Martinez, en una clínica de obra que trabajé en la escuela de Santiago Llach. No lo conseguía acá en Bariloche, donde vivo. Finalmente llegó a mis manos y lo leí en una tarde. Me gustó cómo aborda con ternura la dura experiencia de la enfermedad en le vejez. Al terminar el libro, de inmediato, me llegó este mail de La Balandra con la entrevista a Magalí. Necesitaba saber de ella y la causalidad me trajo sus datos. Iré por otro título más de Etchebarne. ¡Muchas gracias!

Gladys Peña