Juan Sasturain: “La cultura y el fútbol son parte de una identidad”

Escritor, periodista y guionista, pero antes hincha de Boca, acaba de publicar un libro con varios de sus relatos futboleros. “Hoy todos tienen algo de la pelota en su cabeza”, le dice a Azimut en defensa de la literatura deportiva.

Foto por Fundación El Libro
Por Alejandro Duchini

Juan Sasturain está de vuelta. Este año se publicaron dos libros suyos. Uno es el policial Tinta china, protagonizado por su habitual personaje el investigador privado Etchenike. El otro es Gracias por el juego (Hugo Benjamín), recopilación de textos futboleros publicados anteriormente en su Wing de metegol (2004) y relatos agrupados en Gracias por el juego (2017). 

Sasturain, director de la Biblioteca Nacional entre enero de 2020 y diciembre de 2023, prefiere que se lo defina antes como hincha de Boca. Después vendrá aquello vinculado a la intelectualidad, que intenta minimizar. Nació en el pueblo bonaerense de Adolfo Gonzales Chaves el 5 de agosto de 1945 y desde pequeño amaba a su querido Boca. “Mi condición es de bostería”, dice ahora como para que no se dude: primero el fútbol. Y se ríe, como a la espera de la complicidad, algo a lo que se habitúa desde siempre: amiguero como es, la complicidad es una cuestión infaltable para él.

Desde chico jugaba a la pelota en la calle y heredó el amor por Boca. De aquello recuerda hasta su primera camiseta: “El vínculo con el fútbol es algo absolutamente natural. El fútbol es lo que estaba ahí. Era una práctica común, como ir a la escuela o tomar la leche. Salir a la vereda era jugar al fútbol, al polichorro o a la bolita. Hablamos de la infancia en pueblos en los años 50. No era ni siquiera hacer deporte. Nada que ver. Los otros eran deportes para ir a practicar. En cambio, el fútbol es jugar a la pelota. Ni siquiera jugar al fútbol. ¡Jugar a la pelota! En cualquier lugar, en cualquier espacio, en los pasillos de la casa, en el patio, en la escuela, donde sea. A mí me llega por la vía natural. Es así. Está dado. Es algo que está dado. No sé si es algo exclusivamente argentino, pero se da de esa manera. No se adquiere ni se elige. Después uno lo agarra o no, tiene mayor o menor aptitud para hacerlo. Si tenés aptitud, después repetirás la práctica porque es motivo de gratificación y reconocimiento de los otros”, dice.

Jugó en clubes del pueblo y se probó en San Lorenzo, Independiente y Lanús. No tuvo suerte. Una lesión acabó su promisoria carrera de futbolista. Después, llegaron los tiempos de la docencia, el periodismo y la escritura. Pero la combinación de escritura y fútbol comenzó a fines de los 70, cuando conoció a José Pablo Feinmann, quien lo convocó para la revista Contraseñas. “También laburaba en Humor. José me preguntó sobre qué quería escribir. Le dije que sobre fútbol porque no quería escribir de política ni de cultura, como solía hacer. Empecé con textos ilustrados por el Negro Fontanarrosa que después salieron en el primer libro que publiqué: El Día del Arquero, a mediados de los 80. Eran textitos de reflexión, de joda, pseudo ensayos en tono humorístico. Pero siempre sobre el juego. Escribir sobre fútbol, entonces, fue algo que surgió nada más que de las ganas”, recuerda. 

La temática futbolera se convirtió en uno de sus gustos personales. Hablamos de tiempos en los que escribir sobre fútbol estaba mal visto. No había mucho al respecto y lo que había era básico. La intelectualidad de entonces, además, era crítica con quienes escribían sobre fútbol. A esos autores se los calificaba, peyorativamente, de populares. Lo padecieron nada menos que Osvaldo Soriano y el mencionado Roberto Fontanarrosa. 

Pero Sasturain encontró en la escritura futbolera algo más: “Me di cuenta de que podía reivindicar ciertas zonas culturales vinculadas a experiencias personales y de sentimientos. La idea de que el valor literario no esté en los temas sino en el tratamiento. ¿Qué hacemos con la experiencia?, me pregunté. Y ahí empecé a escribir sobre fútbol. Tiene que ver con eso: con un rescate de la experiencia. Ya tenía treinta y pico de años y era un buen momento para empezar a mirar hacia atrás”.

Uno de sus primeros comentarios de aquellos tiempos fue el del libro Fútbol y masas, de Juan José Sebreli, un clásico de la temática, pero antifutbolero a rabiar. En esas páginas, Sebreli ataca al fútbol y a los futboleros. Ya practicante del humor, Sasturain tituló aquella crítica como “Sebreli, vos andá al arco”. 

Y siguió con el fútbol. Se convirtió en jefe de redacción de la revista Feriado Nacional, en la que había una sección titulada “De torpes”: “Desde ahí bajábamos línea futbolera”. Recuerda con alegría aquellos tiempos pero se niega a idealizar. Sastu, como le dicen sus amigos, se recuerda enérgico, con ganas de hacer y de decir. “A esa edad hay muchas cosas que aún no dijiste y cuando tenés 60 hay muchas cosas que ya sí las dijiste. Hay un momento que es bueno para hablar y después hay otro para callarse o ser más pudorosos si uno no quiere repetirse toda la vida”.

Llegaron más libros. Una tremenda lista que incluye Manual de perdedores 1, Manual de perdedores 2, Arena en los zapatos, Los sentidos del agua, Zenitram, La mujer ducha, Carta al Sargento Kirk y otros poemas de ocasión, Perramus (con Alberto Breccia), Dudoso Noriega, El último Hammett y más. También, los futboleros El día del arquero, La Argentina en los mundiales (con Daniel Arcucci), Wing de metegol, La patria transpirada y Picado grueso. En los 2000, además, se desempeñó como jefe de la sección deportiva de Página 12.

Ahora, en Gracias por el juego, Sasturain permite a sus lectores (los nuevos y los de siempre) pensar al fútbol desde otra mirada. Demuestra otra vez que el fútbol escrito no siempre es solemne; puede, como en este caso, llevar a la sonrisa, que no es otra cosa que esa expresión sutil de aquel que disfruta de leer.

“El comentario burlón y borgeano de describir al fútbol como el absurdo espectáculo de 22 pelotudos corriendo detrás de una pelotita mientras otros miles o millones (de pelotudos) los miran es compatible en casi todos sus términos. Una vez más el maestro del tanteo tiene razón. Cabe aclarar -eso sí- que cualquier otra actividad humana produce, si se la observa y describe con objetividad, la misma sensación de extrañeza y sinsentido: trabajar en una oficina de 9 a 18 vestido de traje y corbata ante una máquina y atendiendo regularmente un aparatito receptor de voces a distancia; forzar el cuello durante horas frente a pantallas en que se cotizan valores que no existen sino en el aire viciado de los especuladores y llegar a la úlcera por el oscilar de los numeritos… Cortázar y Perec, entre otros, han cultivado el estupor, revelando el absurdo con la sola descripción minuciosa de lo que pasa”, escribe en su Gracias por el juego, en el que también se lee: “La innegable popularidad del fútbol se fundamenta en el hecho de que la mayoría de la gente vive la vida como un partido de fútbol o -a la inversa- que un partido de fútbol es lo más parecido a cierto tipo de vida nada excepcional: la vida cotidiana”.

No tiene que resultar raro ya que la lectura y el fútbol se den la mano a través de textos: “La literatura no se define por los contenidos. La literatura está hecha de palabras. Con grandes temas se pueden hacer grandes cosas y también pequeñas boludeces”, comenta. Y opina que “en esta época el fútbol está omnipresente. Todo el mundo tiene en algún lugar de su cabeza algo de fútbol todos los días”. Y para que no queden dudas: “Hoy en día el fútbol no se puede evitar porque es parte de un negocio muy grande”.

Para Sasturain, uno de los problemas era que “el fútbol siempre tuvo mala prensa en términos ideológicos”. También por eso se lo ninguneó: “Se lo negó por izquierda porque decían que era alienante. Y por derecha… bueno, ni hablar”.

Porque, continúa, “hubo un tiempo en el que se creía que aquellos que se dejaban llevar por la pasión por el fútbol eran quienes no pensaban. Pero ya no. Hay que concebir a la cultura como parte de una identidad y no como una toma de distancia”. Y al final, entre risas: “Hoy en el fútbol se manifiesta todo lo que ocurre en nuestra sociedad”.

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Acerca de cuentos futboleros...

No pude leer esta obra de un maestro como Juan, me encantaría, pero soy jubilado condenado a miseria. Pero a propósito de sus comentarios, yo también -desde la humilde posición de un aficionado a la escritura y nada más- escribí un libro íntegramente dedicado al fútbol, como avisa su título: “Cuentos del Fútbol Mundial de todos los Tiempos”, editado por Editorial Dunken en 2022.- Además poseo algo de Hemingway y algo de Borges: del primero mi amor por los gatos y del segundo, el nombre Jorge. Bueno, algo es algo ¿no?

Jorge Yasky del Canto