Camila Fabbri: “El de la escritura es un oficio a veces subestimado”

Nacida en Buenos Aires en 1989, Camila Fabbri fue elegida por la Revista Granta (en 2021) entre las mejores escritoras sub 35 en español. Además es dramaturga y actriz. Su último libro es La reina del baile.​

Foto por Sebastián Arpersella

Desde una residencia coordinada por la Fundación (Josep) Finestres en la Costa Brava, España, la escritora argentina Camila Fabbri despeja -a través de una videoconferencia- toda posibilidad de encasillamientos: “No sé si quiero ser una referente del cuento. Vengo pensando bastante en eso. No estoy segura, creo que me dan ganas de volver a escribir una novela porque me sentí cómoda con ese proceso que fue La reina del baile. Quizás empiezo a imaginar más para ese lado. Y a veces también me dan ganas de escribir algo que sea totalmente uniforme, que sea más un ejercicio de escritura y no algo acabado. Entonces como que estoy ahí, en el medio de esas dos cosas”. Es que Fabbri era catalogada como cuentista en base a sus relatos de Los accidentes y Estamos a salvo. Aunque en la práctica fue y es más que eso. Publicó un librazo que se titula El día que apagaron la luz: una no ficción basada en su experiencia y la de allegados al incendio del boliche República de Cromañón, en el barrio de Once, el 30 de diciembre de 2004. Hubo 194 fallecidos más cientos de adolescentes con secuelas. La noche de la bengala en el recital de Callejeros. Aquello generó cambios sociales drásticos.


El Día que apagaron la luz fue el primer gran libro sobre el tema. “También hubo otro, Luces calientes, de Walter Lezcano”, agregará Fabbri, actriz y directora de teatro. En este rubro, vale aclarar que es la guionista y directora de la película Clara se pierde en el bosque (2023), basada en aquella noche del Once. Y desde el año pasado, además novelista: La reina del Baile (Anagrama) es la novela que, cuenta, le hizo pensar en eso de ir y venir entre el relato corto y el de largo aliento.

Pero a Camila Fabbri se la sigue encasillando como cuentista.

-¿Cuál es tu proyecto actual?

-Estoy con muchas cosas, por ahora con nada muy claro. No estoy tan segura de qué estoy haciendo. Estoy tratando de buscar, pero no sé bien todavía qué estoy escribiendo. 

-Estás en un gran momento como escritora, ¿no?

-Sí, es re lindo. Igual, tampoco es que vivo de escribir libros. En este caso aproveché que justo se dio la posibilidad de venir (a España). En diciembre volveré a Buenos Aires, y también volveré un poco a la debacle. Esto de España es como un paréntesis, pero sé que al regresar volverá esa vida un poco más alborotada, la que tengo en Buenos Aires. Es volver a otras cosas para subsistir. Por eso es lindo aprovechar esta estadía.

-¿Con qué te vas a encontrar al regresar?

-En lo personal, con que se me terminó el contrato de alquiler, entonces estoy como sin casa. El último mes estuve un poco nómade, y ahora tengo que volver y alquilarme algo. A eso se le suman los ánimos tan estresados que hay allá. Es muy fuerte el antagonismo cuando te movés un poco del país y decís “ah, qué tediosa que se convirtió la existencia”. 

-Sos reconocida como escritora y tal vez se tiene la imagen de que, justamente por ese reconocimiento, tenés la vida más o menos resuelta desde lo económico…

-No sé qué autor o autora argentina vive de la venta de sus libros. Creo que ninguno/a. Tal vez (Eduardo) Sacheri. Pero me parece que es bastante difícil vivir de eso. Tanto en Argentina como en España. Fui haciendo esa pregunta también y me dijeron que la mayoría de los escritores no vive solo de publicar.

-¿Cómo te las ingeniás, entonces? 

-Dando talleres, por ejemplo, pero ahora tampoco alcanza con eso. Una tiene que estar buscando todo tipo de ingresos. En lo posible, que tengan que ver con lo que una sabe hacer. Todo eso tiene otro costo emocional y psicológico. Por ahora creo que puedo seguir haciendo cosas que estén vinculadas con la literatura. Después, no sé.

-¿Y en cuanto a la actuación?

-Como actriz hace bastantes años que no trabajo, pero porque en un momento dejé de buscar ese tipo de trabajo. Dejé de ir a castings y demás, entonces como que naturalmente me volqué para otros trabajos. no tengo ningún proyecto audiovisual.

LA NOCHE QUE APAGARON LA LUZ

-Se cumplen 20 años de lo de Cromañón y aparece (en noviembre) una serie sobre el tema. ¿Qué pensás de aquello, sobre lo que viviste y escribiste?

-Me impactó lo que vi, y eso es lo que traté de reflejar con El Día que Apagaron la Luz. Tuve todo el tiempo un cuidado excesivo por cómo decir las cosas y qué decir y qué no decir. Porque es un tema muy frágil. Creo que cada vez van a ir apareciendo más y más ficciones o no ficciones sobre el tema, porque fue algo que marcó muchísimo a la sociedad porteña y argentina, y sobre todo porque tocó algo muy vulnerable, que es la juventud.

-¿Se tomó conciencia de lo ocurrido?

-Creo que se tomó una gran conciencia en el ámbito social. Hay cosas que ya no se hacen, no solo por una cuestión de cuidado sino por respeto a lo que pasó. Hay algo de la memoria que hace que aquello sea todavía bastante sagrado. Esa consideración y ese respeto por lo que pasó hizo que cambiaran muchas cosas. Desde cuáles son las legislaciones con los espacios cerrados y demás para los espectáculos y también desde el autocuidado en ese tipo de eventos. Fue un mazazo, en minutos se quemó un lugar y también se quemó una forma de ver la música justo con la banda que estaba en su mejor momento.

-Recién mencionaste el golpe que le significó a la juventud…

-… Es que fue algo muy duro para una generación. Se puso en un mismo lugar al goce y a la muerte, ambas caras convivieron en una misma noche: “¿qué significa divertirse?”. Bueno, me parece que hay muchos conceptos que tuvieron que, sí o sí, volver a revisarse. Sin duda fue como la tragedia de la juventud, la pérdida de la inocencia de una manera muy violenta.

-¿El libro te sirvió como catársis?

-No lo sé. No lo sé.

-¿La escritura sana?

-Me cuesta creer en esa idea. En el caso de Cromañón, escribir me sirvió para volver a hablar de eso en compañía de gente con la que yo cohabité en esos años. También me sirvió para pensar el tema desde una vida más adulta. Me ayudó a pararme desde otros lugares, pero no sé si me sirvió para cerrar una herida. No siento ese efecto analgésico, digamos, de escribir. Me parece que el de la escritura es un oficio como cualquier otro. Y que es un oficio creativo, a veces subestimado, sobre todo porque al escribir una lo hace sentada en su casa, sin tener que ir a miles de lugares muchas horas, y eso para muchos no es un trabajo. Pero escribir es un oficio súper extenuante que demanda presencia física y mental. Es invaluable el tiempo que se le dedica a eso, porque no es solamente el tiempo que te sentás a escribir. Es también el resto del tiempo que estás pensando en lo que vas a escribir. No lo digo como algo doloroso, porque me encanta, pero escribir conlleva una exigencia especial. Volviendo a tu pregunta, no sé si escribo para sanar. Lo hago para muchas cosas antes que para eso.

-¿Y hablar?

-Es re importante el hablar. Soy muy del mundo del psicoanálisis, así que sí, para mí el psicoanálisis sana. Pero no sé sí la escritura creativa sana. ¿Hacer carpintería sana? Tampoco lo sé. Habrá gente a la que le sirve para sanar y gente que no. 

-¿Cuál sería la carpintería de tu escritura? ¿Cómo la trabajás?

-Soy bastante caótica: muy organizada con todo menos con la escritura. Por ahí, en determinadas situaciones, como una entrega con fecha establecida, me pongo. Pero no es que tengo armado un cronograma del tipo “escribo todas las mañanas o todas las noches”.

-¿Tenés urgencia por publicar?

-No. Trato de que no queden muy pegados los libros entre sí. Me da un poco de miedo eso de tener que publicar tan rápido.

-¿Le temés al qué dirán de los lectores o a la crítica?

-Obviamente que sí, pero una sabe que está todo el tiempo está expuesta a lo que vayan a decir de lo que hacés. Se sabe que no a todos les gustará. Pero trato de no pensar en eso y trato de no entrar mucho a esas páginas como Goodreads o de críticas que te aniquilan siempre, hagas lo que hagas. Pero sí, sí, soy muy sensible a las malas críticas.

-¿Les das importancia a las redes sociales?

-No soy influencer de las redes ni comparto cosas. Anuncio talleres y nada más.

¿ESTAMOS A SALVO?

-¿Tus cuentos te sirven para volcar miedos?

-Sí, sí, puede ser. Sobre todo en Estamos a Salvo creo que hay mucho de eso. Después como que pasan los años y una también cambia mucho y se vuelve más adulta y más vieja y hay cosas que ya no dan tanto miedo o dan un miedo diferente. Los asuntos que a una la tienen en vilo muchas veces se repiten porque en general son siempre los mismos, pero te van preocupando con distintos tenores.

-¿Qué cambia más tu forma de escribir: los años, la escritura en sí misma o la terapia?

-Calculo que todo junto. No se tiene tanto dominio de lo que se escribe. Una cree que tiene el dominio y en realidad, no. Como que es algo tan inconsciente y tan de algún lugar que no sabés de dónde viene. Es como muy sagrado eso, como que no hay que analizarlo mucho, me parece.

-¿Seguís escuchando esa música que te marcó en los 2000, cuando pasó lo de Cromañón?

-Escucho de todo, pero la música de la adolescencia ya no tanto. Quizás sí algo del Pity Álvarez, Intoxicados, Los Piojos o Viejas Locas, pero no escucho a Callejeros. 

-Justo mencionaste a Pity Álvarez, de esa generación de fines de los noventa y principios del dos mil. ¿Te pasa algo en especial al pensar en esa generación de músicos que fueron los que te acompañaron en tu adolescencia?

-Sí, me conmueven un montón; Piti Álvarez, ni hablar. Cuando escucho esa música es como oler una fragancia que de inmediato me lleva a un lugar, a un recuerdo. 

-En una entrevista destacaste tu admiración hacia Leila Guerriero. ¿Por qué?

-Me encanta, me gusta muchísimo cómo escribe, me gusta mucho cómo piensa, el humor que tiene cuando escribe. Descubrí mucho de la no ficción leyendo a Leila. Si bien leía a otros autores, a partir de la lectura de Leila me parece que hice un descubrimiento admirable. Y así nace mi admiración por el género. Leila fue como una gran puerta de entrada a la no ficción. 

-Volviendo al inicio de la charla, ¿qué imaginás de tu próximo libro?

-Creo que algo de ficción, probablemente una novela, pero no lo sé con seguridad, y después un diario. Un diario personal, apoyado en la idea del nomadismo y de no tener casa y de la actualidad en Argentina y todo eso. Está muy en ciernes, pero me gustaría publicarlo. Sí, un diario personal.

Los que leyeron este relato, opinaron...

Excelente entrevista.

Creo que aquí Camila, contestando a tono a las muy bien armadas preguntas hechas por Alejandro, desnude claramente su pasión para la escritura, defendiendola en contra de los detractores que subestiman este tipo de oficio, por qué de esto se trata: de un oficio. Esta entrevista me hiso pensar tambien a cuanto tiempo yo me dedico a escribir, y es mucho.

Gaetano

Gaetano Antonino Soldano Motta

Gran entrevista

Me encantó leer esta entrevista. Cuántas cosas se reflejan en sus palabras. Una gran verdad respecto a lo subestimado del trabajo de escribir.

Nelson