Perfiles: Tres Piglia para un mismo Piglia

Cuando falleció, en 2017, Ricardo Piglia dejó huérfana a una gran parte de la literatura argentina. Teórico y narrador –o narrador teórico–, docente, editor, conferencista, enseñó a leer –no a alfabetizar: a leer– a varias generaciones en nuestro país. Paradigma del autor que publica poco, una vez supo del ELA que le aquejaba, se dedicó a dejar preparada una serie de libros póstumos. Pero la serie no se detuvo allí: este 2024 trajo tres libros, publicados casi al unísono, que alumbran, desde diferentes ángulos, su obra. Un conjunto de diálogos, una recopilación de prólogos, la aproximación a una biografía. Como a Piglia le hubiese gustado, tres publicaciones que abarcan diferentes géneros y los trascienden. Entremos en ellas.

Aproximación a una biografía

Mauro Libertella acaba de publicar Ricardo Piglia a la intemperie, en la colección Vidas ajenas –a cargo de Leila Guerriero–, en la editorial de la Universidad Diego Portales.

Libertella va desde aquel niño que lee un libro al revés en el pórtico de su casa de Adrogué, que se muda a Mar del Plata por el golpe del ’55 y comienza a escribir sus diarios, hasta el joven que se traslada a La Plata para estudiar Historia y, deriva natural, desemboca en la Buenos Aires de los ’60. Luego, sí, la etapa más conocida de su historia, hasta llegar a la aparición de esa enfermedad degenerativa. Los dos últimos capítulos son de una humanidad conmovedora.

Sobre las alas de ese abanico múltiple que es Piglia, aparecen su militancia política, la bohemia porteña, las amistades literarias, su febril crecimiento como intelectual, las situaciones germinales de su oficio, el enmascaramiento de la experiencia en los escritos, las originales estructuras narrativas que montaba para sus obras, las primeras publicaciones –algunas de ellas aun inéditas–, los primeros premios y un extenso etcétera. Y Libertella lo acompaña con testimonios de primera mano como Carlos Altamirano, Matías Serra Bradford, Luis Gusmán, Néstor García Canclini, Andrés Di Tella, la fotógrafa Alejandra López; su viuda, Beba Eguía; su editor, Guillermo Schavelzon; y su sobrino, el también escritor Germán Maggiori, entre otros. Que la última escena se ambiente en un cementerio no contempla el carácter aleatorio. “No estaba en el mundo real”, dice Roberto Jacoby en un pasaje, recordando sus épocas de juventud: “Si él podía escribir, todo lo demás dejaba de importarle”.

“Hay cosas sueltas, pero, en el proceso de trabajo del libro, no encontré un trabajo biográfico completo o lineal sobre su vida”, cuenta en exclusiva Mauro Libertella para Fundación La Balandra. “Sí hay muchas notas periodísticas, muchas entrevistas y sus diarios, que a su modo son una biografía, pero también no lo son”. Y agrega: “En cuanto a mi libro, no me atrevo a llamarlo biografía porque tendría que ser más completa, o tendría que haber leído su correspondencia, o sus diarios descartados, pero, en fin, son disquisiciones teóricas sobre géneros literarios que supongo que tampoco importan demasiado”.

Un hallazgo que quizás suene a ironía, pero que no es más que una asombrosa e inevitable verdad: “al hombre que había escrito Respiración artificial”, concluye Libertella hacia el final de su libro, “le había fallado el respirador artificial que lo mantenía atado al soplo tenue de la ventilación mecánica”.

La oralidad y el registro

Siglo XXI se sumó a la oleada pigliana de este 2024 con la publicación de Introducción general a la crítica de mí mismo. Se trata de una serie de conversaciones con Horacio Tarcus que se dieron, durante varios años, en las instalaciones del CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas). Piglia, dice Tarcus, llegó a leer una desgrabación en crudo de alguno de esos encuentros y quedó satisfecho con el resultado, aunque no alcanzó a editarlos, pero sí pidió posponer su publicación para que no se superpusiese con la salida del primer tomo de Los diarios de Emilio Renzi.

En estas conversaciones, el autor de Respiración artificial pasa de sus épocas universitarias en La Plata de los tempranos ‘60 a su llegada a la revista El Escarabajo de Oro; sus diferencias con Abelardo Castillo y Beatriz Sarlo; las iniciales atribuciones apócrifas que profundizaría en Nombre falso; la primera versión de Plata quemada, del ’71; el análisis de la crisis literaria de Walsh que derivaría en el compromiso político; el comienzo de un estudio que se reflejará años después en los ensayos sobre Puig y Saer; las revistas Contorno, Los libros y Punto de Vista; entre otros temas.

Una segunda parte vuelve al volumen aún más interesante: sus textos juveniles recuperados. La neoizquierda, el peronismo, la relación entre literatura y sociedad, Brecht, un análisis de La traición de Rita Hayworth. En definitiva, este Piglia oral refleja tanto su larga militancia en la izquierda argentina como su compromiso literario, haciendo, en palabras de Tarcus, “una lectura de la trama política de la literatura argentina”.

Prólogos breves que se extienden

Entre 2011 y 2015, Ricardo Piglia dirigió para el Fondo de Cultura Económica la Serie del Recienvenido, una colección que reunía obras de la literatura argentina de los últimos años del Siglo XX. Allí aparecen nombres de alta talla como Silvia Molloy, Germán García, Charlie Feiling, María Angélica Bosco, Héctor Libertella (sí: padre de Mauro) y Edgardo Cozarinsky. Ahora, el FCE reunió los prólogos a esos trece libros, editados en poco más de cuatro años, en un breve tomo; libros que, si bien fueron publicados en otra época, “conservan su novedad de origen”.

Aníbal Jakowsky destaca en el “Prólogo a los prólogos” (expresión borgeana por excelencia) aquellos primeros años de Piglia como editor, a fines de los ‘60 (ocupación sobre la que se centra, en gran parte, la anteriormente descrita Introducción general a la crítica de mí mismo), cuando se traslada desde La Plata a Buenos Aires para trabajar con Jorge Álvarez, con apenas veinticinco años.

Pero, como visto desde la otra punta del ovillo, acá Piglia ya ha llegado a los setenta, y está cercano al final de su recorrido. Jakowsky resalta entonces su dedicación y esfuerzo como editor (“leo veinte novelas para elegir tres”) y apunta a la esencia misma de lo que implica una colección, la ilusión cuantitativa: “disuelven lo particular de cada obra en un imaginario conjunto que la reúne”, porque cada libro es diferente “aunque no tan diferente para que no se lo pueda integrar a un conjunto de iguales”.

Cada prólogo de Piglia es –urge decirlo– no sólo una sucinta clase de literatura, sino también un ejercicio de memoria personal.  De Minga!, de Jorge Di Paola, rescata el temprano encuentro en Tandil de “Dipi” con Gombrowicz, el territorio pampeano en que transcurre la novela, las derivas del protagonista, el Autor como intervención. De esa bellísima novela que es Río de las congojas, de Libertad Demitrópulos, instala Piglia que forma, junto a Zama, de Di Bendetto, y El entenado, de Saer, una inesperada trilogía sobre la reconstrucción imaginaria de la conquista española en el Río de la Plata, “escritas a la manera de las crónicas de Indias”. Llegó a leer, y en voz alta, él mismo confiesa, los cuentos de Miguel Briante a medida que éste los iba escribiendo, buscando ajustar la prosa de los textos que conformarían Hombre en la orilla, y arriesga allí dos necesidades básicas para todo escritor que se precie de tal: “no se narra los hechos sino el efecto de los hechos”; “la emoción de la experiencia y no su sentido”.

Pero quizás el más personal de los prólogos sea el que refiere a Norberto Soares, reconocido periodista cultural de la bohemia de los setenta que, codo a codo, creció con toda una generación de autores de primera línea; el que “siempre estaba anunciando libros que nunca escribía”, hasta que publicó su único –“único en el sentido más preciso de la palabra”– libro de cuentos, Gente que baila. “A veces pienso en Norberto Soares; puede ser una música en la ciudad o los tonos de la prosa del libro que leo o la figura vacilante de alguien que se aleja en la noche”, dice Piglia, y en esas pocas líneas sintetiza no sólo su propia poética y la esencia de este breve tomo, sino también su enfoque sobre una forma de ver la literatura: una vez más, literatura y experiencia.

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Buenas noticias

Es gratificante informarse sobre éstas nuevas publicaciones de trabajos de Piglia. Dan ganas de leer todo.

gustavo bastos

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