El alivio de sacarse los zapatos. Los dejó al lado de los sifones vacíos y entró al departamento. Cerró la puerta y dejó llaves, mochila y las bolsas sobre la mesita ratona. Antes de ponerse ropa cómoda, se lavó las manos con agua y jabón desinfectante mientras pensaba en la cantidad de pasamanos, botones de ascensor y picaportes que lo amenazaron ese día. Y el difícil arte de viajar en transporte público sin tocar nada le había provocado no pocos inconvenientes con pasajeros…y pasajeras. No siempre era posible mantener el equilibrio.
Se lavó las manos cantando mentalmente Edelweiss, completa y vocalizando solo el final. La nieve sobre las montañas austríacas: blanca, limpia y pura como Julie Andrews. Blessmyhomelandforeeeeever. Satisfecho con la higiene manual, tomó el rociador con alcohol al setenta por ciento y se dedicó a desinfectar picaporte, llaves, mochila, billetera y monedas. Sacó todo el dinero y lo puso sobre un lienzo en la mesa. Guardó la compra, luego de rociarla. Mientras se calentaba la plancha puso la pava en el fuego y un pan a tostar. Aunque relucía, no lo convencieron las condiciones en que se encontraba la taza. Para no usar lavandina, la frotó con vinagre.
Luego del té y las tostadas, comenzó a planchar los billetes, vehículos de gérmenes, que van de mano en mano, sucias manos. El frío del piso lo hizo calzarse en sus pantuflas, empolvadas con antiséptico. El baño brillaba, pero de todas maneras lo repasó. ¿Y la cocina? También.
Se sirvió un poco más de té, y se dedicó a mirar por la ventana. El crepúsculo ocurría con convicción, el tránsito al rojo del sol se veía perfectamente a través de los vidrios limpios. Papel y vinagre, como le había enseñado su abuela.
Ahora sí, podía sentarse tranquilamente a ver televisión, pero sonó el timbre. Abrió a disgusto. Hola, sé que hace poco se mudó, bienvenido. Le traje dos porciones de torta pascualina. Carolina, encantada. Yo estoy en el cuarto piso “C”, para lo que necesite…
Carolina se había acercado con alguna idea de saludo, pero él encontró la forma de evitarlo, tomando el plato con las dos manos. Muchas gracias. Yo soy Luis. …No, Luis, como Pasteur. Gracias. Nos vemos.
Dejó el plato tapado con una servilleta, tomó el rociador y repitió el ritual de ingreso. ¿Luis, como Pasteur? Qué tarado. Picaporte, llaves… Cuando comenzaba con la mochila, se dio cuenta de que no era necesario. Mejor ocuparse de ese plato. La torta pascualina tenía buen aspecto. ¿Se animaría a comerla? La calentaría. Y sí, el calor mata todo. A medio camino de sentarse, se paró nuevamente. ¿Había desinfectado las llaves? Rociador, llaves, picaporte.
Ahora sí. Tomó el control remoto, pero lo dejó bruscamente sobre la mesita ratona. Volvió con el rociador y le aplicó una buena cantidad de bruma desinfectante.
Prendió el televisor, y, como todavía no era la hora de las películas, vio un rato el noticiero, por el informe meteorológico más que nada.
Para mañana miércoles, se espera buen tiempo, en toda la provincia de Buenos Aires, una mínima de 22 y una máxima de 33 grados. El jueves desmejora y hay probabilidad de lluvias, algunas torrenciales en CABA y norte del conurbano. En el orden nacional, el presidente dirigió un mensaje a todo el país para desear que el 2020 traiga felicidad y prosperidad…
Como siempre, las noticias le resbalaban. Pero ésta le llamó la atención.
Internacionales: Nuevo virus en China… Las autoridades sanitarias de la ciudad de Wuhan, en China, informaron que la causa de un tipo de síndrome respiratorio agudo grave, que atacó a veintisiete personas en medio de los festejos del año nuevo, corresponde a un nuevo virus de la familia de los coronavirus que fue nombrado provisionalmente como 2019-nCoV (coronavirus de Wuhan) y está relacionado con un mercado de mariscos y animales silvestres. El número de infectados ya llegaría a cien.
Cambió de canal.
También, con las cosas raras que comen estos chinos roñosos…