No le dí señales y llegó a mí
Mi cielo, mi amor
no pidió nada
Mi almohada
aún extraña la ternura
¿Alguien es dueño de la ternura?
pregunto y una risa responde
Las palabras vienen y van
se vuelven cantos
No preciso la respuesta
anida en mi cuerpo
Mientras tanto el sol del invierno
se hace lento, pero crece
los noches se alargan
la inercia del tiempo
desliza una alarma
Pero las lunas traen calma
siempre constantes
un ciclo de veintiocho días
no cambian…
Así sería feliz
saber cuándo vienes
crecer con los árboles
dejar la puerta abierta
Beber en tu mirada
sin medir la esperanza
sin comprar
ni vender nada…
Escucha las olas
Escucha las olas el agua mar la abraza
la mece un arrullo
de sonoras caracolas
Voces esperen
no perturben la paz
el sol se escapa
y una niña duerme
Tal vez ahí
está Dios
La noche recuesta
el espejo de luna
En su mirada
cae una estrella
Horizonte y luz
reflejo de siluetas
Día de cielo
con un recuerdo azul
Tal vez ahí
está Dios
Una mancha en la pared
una palabra en el papel
una nota en el viento
y la pregunta otra vez
La memoria y el ayer
la ternura y la piel
la crueldad y la burla
y la pregunta otra vez
Tal vez ahí
está Dios
El humito de la pava
sobre la fogata
El rojizo del liquidámbar
en la tarde otoñal
La música y la poesía
la gente que avanza
las manos que cultivan
espigas de esperanza
Ahí está Dios