El último año de la edad dorada

Capítulo 1

El barrio era un lugar más o menos tranquilo. Cerca de casa pasaba el ómnibus que iba hasta el centro y los autos circulaban con cierta regularidad. Las calles estaban pavimentadas, pero había varios sitios baldíos. En uno de ellos, el que estaba al lado de casa, permanecía con obstinación un ombú, especie largamente declarada en vías de extinción y que, sin embargo, se resiste a desaparecer. Tenía a mi disposición un patio amplio, casi inmenso, en el que había jugado durante toda la niñez, a veces solo, a veces con amigos. Podía tocar la tierra, el césped, los ladrillos apilados en un rincón. Aunque todo eso fuera de mis padres, en cierta forma me pertenecía.

También mi vida había sido, hasta ese momento, más o menos tranquila. Pero ahora, con once años y ya cerca de comenzar el último año en la escuela, sentía que todo empezaba a cambiar. Las circunstancias, los demás y, también, yo mismo. Sin embargo, a todo esto no lo veía con tanta claridad, y tampoco con demasiado dramatismo. Vivía con la escasa planificación de un niño de mi edad, aunque percibiendo, eso sí, una serie de cambios en el horizonte.

Y mientras pensaba en el nuevo tiempo de clases que se acercaba, recordaba al mismo tiempo mis vacaciones. Por lo común, durante las vacaciones viajaba a la provincia de Buenos Aires con mis padres y mi hermana Mariela, o solo con mi madre y mi hermana. Ahí vivían mis abuelos paternos, de edad avanzada, así como parientes por parte de mi madre.

Pero durante estas vacaciones de 1989 no habíamos hecho tal viaje. En cambio, una vivencia importante para mí había sido la ascensión a la montaña, en Cosquín, con mi hermano Ramiro —diez años mayor que yo— y otros chicos. Mientras subíamos, había empezado a llover, y, cuando llegamos a la cima, la lluvia era ya copiosa. Nos refugiamos bajo unos árboles y desde ahí vimos, a algunos metros, un gran trozo de plástico. Cerca del plástico había también algunos pedazos de vidrio —restos de botellas—, y Ramiro tuvo la idea de servirse de uno de esos pedazos a modo de tijera, para recortar el plástico y formar así una especie de pilotos para cubrirse de la lluvia. Al descender, mi hermano y yo decidimos ir por un sendero alternativo, más estrecho y empinado. Más de una vez resbalamos al pisar las rocas mojadas, y en algún momento caímos al suelo.

Fue una gran aventura, pero ahora se acercaba el inicio de las clases. Volverían la rutina, las tardes ocupadas con las tareas de la escuela, el esfuerzo que implicaba levantarse temprano. También, al mismo tiempo, el encuentro con los amigos, el encuentro con Romina.

Durante los dos últimos años, sin ser muy consciente de ello, me había hecho amigo sobre todo de Lucas, compañero de escuela desde quinto grado, y me había distanciado un poco de mis primeros amigos, Darío y Emilio. A su vez, estos se habían hecho muy amigos entre sí, y cuando, de tanto en tanto, me había acercado a ellos, ya no había encontrado el mismo trato. Lo paradójico era que yo mismo los había presentado, y también había sido mía la idea de que fuéramos un grupo de amigos.

En cuanto a Romina, siempre tenía la sensación de lograr algo a medias. Romina Schmidt era una niña delgada y simpática, de ojos verdes y piel muy clara, y a mí me había agradado desde el comienzo, desde que estábamos en los primeros años de la escuela. Por mi parte, con mi carácter alegre, aunque dado ya a la introspección, creo que también resultaba un niño simpático. Me agradaba decir chistes, cosas que se me ocurrían de forma espontánea y como pensadas para mí mismo. Pero ella siempre los festejaba, a veces riendo a carcajadas, y los repetía a una de sus amigas, que se hallaba casi siempre a su lado.

(Primer capítulo de la novela corta «El último año de la edad dorada», incluida en el libro del mismo nombre, publicado en 2022.)

Biografía

Eliseo Monteros nació en Córdoba (Argentina). Estudió bibliotecología en la Universidad Nacional de Córdoba y ha trabajado en distintas bibliotecas de su ciudad natal. Realizó además una Diplomatura en Teoría y Producción Literaria, dictada por la SADE en convenio con la Universidad Nacional de Villa María. Autor de cuentos, novelas cortas y ensayos, entre sus libros se encuentran: La última aventura (cuentos, 2014), Un lector agradecido (ensayos, 2017) y El último año de la edad dorada (nouvelles, 2022). Ha colaborado para revistas y blogs como Crepúsculo, Córdoba Literaria y Ebrolis, entre otros.
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