Al oír el timbre, Lola suspende los ejercicios en la barra. No deja de practicarlos, a pesar de las dolencias hepáticas. Sigue tratamiento, los dolores desaparecieron. Tampoco deja su faena de striptease en El Florida. Es lo que puede hacer con mínimo esfuerzo, relacionado con su especialidad de danza clásica y con buena paga. Esto no ha cambiado sus aspiraciones de primera bailarina de ballet.
Mira la hora. Sin noticias de su escurridizo novio Torcuato. No sabe si la engaña, ya no le interesa. Nada ha sabido de sus hermanas y mamá, quienes viven en Chivilcoy. No tienen relación afable. Ellas viven para recordar. Lola para vivir y bailar.
Con estas cavilaciones Lola decide levantar el sobre que dejó quien tocó el timbre. Lo abre y la gran sorpresa: ¡invitación a una prueba para una gala, como balletista en el ESTISEM, ¡el top de los teatros!… En su plató se combina lo más novedoso de la robótica en las distintas ramas artísticas. No se ha podido determinar qué tipo de energía alimenta los equipos allí utilizados. Pués, no existe dentro del teatro ninguna conexión con energía eléctrica. Es opinión de artistas y público el ambiente es mágico, casi místico. Para las presentaciones, a los artistas solistas se les facilita el transporte con una avioneta sin piloto.
Para la prueba, Lola debe enviar en un holograma su ejecución. Le enviarán un equipo para la grabación en su apartamento, en fecha acordada. Para esto, practica lo suficiente. Llega la fecha y el equipo. El encargado de vestuario le explica y debe ponerse el atuendo que le facilitan. El material del tutú no lo conoce, el modelo es hermoso. Al colocárselo le sienta como ninguno. Le preocupa el poco espacio para la grabación. Le responde el director:
“Al usar este traje, solo debe relajarse y danzar. Los componentes de esta tela neutralizarán/modificarán tu estructura molecular. Por lo que puedes atravesar cualquier objeto”.
Se inicia la sesión. Lola debe abstraerse de espacio y tiempo. Se oye la música. Concierto No. 1, para piano, de Tchaikovsky. Comienzan los movimientos corporales. Las paredes no son obstáculo. Sin límite de espacio se siente volar, completamente liviana, ingrávida. Su mente y cuerpo van al unísono. En perfecta armonía materia y antimateria.
Al día siguiente, nuestra bailarina recibe dos mensajes. Uno, de la directiva del teatro. Le informan que queda aprobada su presentación como solista para la próxima temporada. En tres meses. Los debe contactar de inmediato.
El segundo mensaje, inesperado. Nada menos y nada más, Torcuato, invitándola a cenar. Decide responderle más tarde.
Más tarde, recibe una llamada:
- Hola querida. Estoy ansioso por verte…
- Hola. Disculpa Tor. Iba a llamarte. Con la preparación de mi presentación se me hizo tarde.
- Dime cuándo nos vemos…tengo que explicarte…Interrumpe Lola:
- No, no tienes algo por explicar. Ya no. Ahorráte ese tiempo. Estoy sumamente y expresamente dedicada a mi carrera y oportunidad en el ESTISEM. Agenda llena. Me resulta difícil una cita. Tengas buenas noches.
Transcurridos tres meses. La fecha esperada es en dos días. El equipo técnico y de baile están exhaustos. Grandes expectativas ante el estreno de la obra y del nuevo integrante del grupo. Amplia propaganda por todos los medios de comunicación. Entrevistas en vivo.
Lola se siente satisfecha del grupo, en especial de su pareja como solista. Ha logrado conseguir, casi el perfeccionamiento de su técnica, sin ningún tipo de roce en el desempeño de ambos, ni problemas de egos. Además, su salud no ha interferido en las largas sesiones de ensayo. Todo está dispuesto.
Llega la fecha. Lola espera el transporte aéreo para llevarla al teatro. Al llegar, el equipo alistándose. El público empieza a llenar la sala. En breve la función. Saludos y buenos deseos entre los bailarines. La orquesta emite algunos acordes. Todo dispuesto. Se anuncia el inicio. Se corre el espeso telón. Luces y música sincronizados. Entran los primeros bailarines. Se desarrolla cada una de las partes del programa. El baile de los solistas produce grandes aplausos de parte del público. Finaliza el espectáculo. La satisfacción en el rostro de los bailarines. Se abrazan y felicitan. Lola logra separarse y se retira a su camerino. Tocan a la puerta..
– ¿Quién?
– Torcuato. Necesito saludarte.
Se levanta, hace una mueca y se pregunta:
- ¿Ahora qué? Abre la puerta. Tor la abraza:
- Estuviste maravillosa. Tu compañero también. Hacen muy buena pareja. Nunca te ví tan emocionada y compenetrada.
- Si. Me siento feliz con él, hemos logrado avanzar en corto tiempo. No me lo esperaba. Pensé sería complicado. Con el transcurso de los ensayos, fue maravilloso dejarme llevar y logramos lo que viste.
- ¿De dónde es? ¿Te gusta?
Responde Lola con firmeza:
Si. Me gusta. Me acompaña al danzar y eso me llena la vida. Es del laboratorio RXPQ, de sexta generación.